Para festejar el centenario de recetas (¡madre mía, con ésta ya van cien!) he elegido el plato más sencillo de todo mi cuaderno de cocina. La razón es poderosa: es el desayuno familiar de muchos domingos de invierno.
Cada vez que los hago se me agolpan imágenes entrañables en la cabeza: veo a mi madre delante de la sartén humeante terminando de hacer la montaña de estos buñuelos que tantas alegrías nos daba, o veo aparecer a alguno de mis hijos con el pelo revuelto y la cara de sueño entrando en la cocina con una sonrisa de sorpresa o bien escucho a uno de mis sobrinos despertar a sus hermanos al grito de ¡que hay chirulitos!
Y solo se trata de una sencillísima masa de harina y leche frita en abundante aceite de oliva. No hay una medida exacta: si te quedas corto, haces más masa sobre la marcha. Porque es difícil que sobren: por la tarde siguen estando tan buenos como por la mañana aunque más tiernos.
Los ingredientes son habituales hasta en la despensa del peor de los inquilinos y no caducan. Puedes añadirle algún aroma a la masa, cuando la tengas dominada y quieras ser creativo: ralladura de cítricos, canela, vainilla…o una galleta oreo dentro, como se me ocurrió viendo a Andrea comerse algo parecido en USA. Tú eliges.
Ingredientes
Por persona (con apetito)
- 1 taza de harina
- 1 pellizco de sal (como el que usas cuando fríes un huevo)
- 1 pellizco de azúcar
- 1 taza casi llena de leche
- 1 pellizco de polvo de hornear: solo si te gustan crujientes. Si te gustan blanditos, no le pongas levadura.
- aceite de oliva abundante para freír
- azúcar para espolvorear
Preparación
- Mezclar la harina, sal y azúcar con unas varillas en un cuenco. Incluye la levadura si la vas a usar.
- Añade leche poco a poco hasta que la mezcla tenga una consistencia algo más espeso que la leche condensada, que deje huella al caer.
- Calienta abundante aceite en una sartén profunda y deposita cucharaditas de masa en el aceite. Hunde la cucharadita cargada de masa en el aceite y levántala en cuanto aumente de tamaño, así se forman bolitas. Si dejas caer la masa tal cual toman forma de ovnis.
- Dejar dorar y darles la vuelta.
- Sacar de la sartén para depositarlos en un papel absorbente.
- Espolvorear de azúcar y ¡a empezar bien el día!
Mmmmmmmm,!!!!!!!Que recuerdos tan entrañables y tan familiares….
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Siiiiiiiiiiiííííí´….todo recuerdos bulliciosos y alegres.
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Esto lo hago ya! Dana Madiana, eres la mejor! me encanta esta receta! la hago el próximo domingo!!!! Besos desde USA
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Qué alegría tener noticias tuyas por aquí, Andrea. Espero que te salgan riquísimos y que nos envíes una foto ilustrativa. Muchos besos, americanita.
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¡Bra-vo! ¡100 recetas ya! Y que mejor que unos buenos chirulitos para celebrarlo. Love it!
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¿Viste? ¡Y yo que pensaba hacer un cuadernito con veinte o treinta recetillas para andar por casa! Sabiendo que hay cocineros como tú se me despierta la imaginación y la memoria. Y si no, siempre hay algún buen amigo que me pasa su receta favorita para el blog. ¡Así da gusto!
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No me queda más remedio que ponerme a recordar este fin de semana esos momentos tan buenos. ¡¡¡A por los chirulitos!!!
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¡Ja,ja,ja! ¡A por ellos! ¡Que te traigan muchísimos recuerdos encantadores!
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A veces las cosas más sencillas son las que mejor resultado dan y las que más gustan… Ole por tus chirulitos y enhorabuena por tu receta #100!!!
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Es muy cierto lo que dices. ¡Gracias por visitarnos!
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En mi familia se llaman engañamaridos (no sé por qué). Para desayunar no tengo recuerdos, pero sí para merendar algunas tardes en invierno. Muchas felicidades por las primeras 100 recetas …. a por las siguientes 100
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¡Engañamaridos! ¡Eso sí que es bueno! Prefiero no investigar el origen de ese nombre y quedarme con la anécdota. Si es que en tu familia tenéis de todo, Begoña. Gracias por tu felicitación: ¡y tú que veas las siguientes 100! Un beso
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