Podría decir que es una tarta de Santiago diseñada para ir directamente al café del desayuno, o que es el resultado de profundas investigaciones culinarias, producto de la combinación de ingredientes exquisitamente seleccionados y equilibrados al punto de gusto y sabor.
Pero no.
El bizcocho que viene a continuación, por el que perderás la dignidad y la voluntad si habías empezado a cuidar la línea, es simplemente la consecuencia del descontrol y la negligencia, que nunca se han valorado bastante a la hora de la creatividad. Te cuento.
Estaba yo preparando mi bizcocho básico para que no faltara en el desayuno familiar y me dio por utilizar parte del kilo de almendras que me había traído mi cuñado de su tierra natal (no cabían todas en el tarro previsto al efecto). Además tenía un poco de amaretto, así que, perfecto. Y ya con la batidora en la mano caí en la cuenta de que apenas había harina, así que sustituí otra parte de harina por almendras. Hasta ahí todo bien, pero el amaretto tomó vida propia y en lugar de «unas gotitas» cayó un buen chorro a la mezcla. Dispuesta al desastre horneé el bizcocho con algo más de tiempo de lo habitual, hasta que el aroma engatusador de las almendras comenzó a invadir todos los rincones de la casa.
Y al desmoldarlo, las almendras me poseyeron, porque no hay otra palabra para decir lo que sucedió, y tuve que probar una esquinita del bizcocho. Encontré un trozo de cielo en el paladar, una textura ligera y algo untuosa, una masa entera que no se desmigaba y un sabor que recordaba al mazapán y a algo antiguo y bueno, muy bueno.
Después de repetirlo tres veces, he venido corriendo a escribirlo para compartirlo. Porque estos vicios asequibles y facilones no se encuentran todos los días y, ya puestos a pecar, siempre es mejor pecar en compañía.
Ingredientes
- 1 yogur griego natural (125 cc)
- 1 envase de yogur lleno de aceite de girasol
- 2 envases llenos de azúcar
- 2 envases llenos de almendras crudas sin piel y molidas (o enteras y las mueles junto con el azúcar)
- 3 huevos grandes o 4 pequeños
- 1 envase lleno de harina (normal, de trigo, de todo uso)
- 1 sobrecito (14 g) de polvo de hornear
- 1/2 cucharadita de sal
- 1/2 cucharadita de corteza de limón rallada (o una cucharadita de limón congelado rallado)
- 1 cucharadita de azúcar vainillado o 1/2 cucharadita de esencia de vainilla
- 1 chorrito (3 cucharadas soperas) de licor amaretto o unas gotas de esencia de almendras
Preparación
- Calentar el horno a 175ºC y forrar un molde con papel de horno o engrasarlo bien con mantequilla y un poco de harina espolvoreada.
- Moler las almendras junto con el azúcar, si no están molidas. Puedes hacerlo en un robot de cocina o en un molinillo de café bien limpio.
- En el vaso de la batidora ir añadiendo el yogur, el aceite y los huevos. Batir hasta conseguir una crema homogénea.
- Añadir la mezcla de almendras con azúcar e ir añadiendo el resto de los ingredientes excepto la harina, que se añade en último lugar, cuando la mezcla está bien batida.
- Batir muy poco la harina, lo justo para que se incorpore.
- Verter la mezcla en el molde previsto e introducir en el horno durante unos 45 minutos.
- Si en ese momento todavía no está hecho el bizcocho (pinchar con una brocheta para ver si sale limpia), hornear unos minutos más, esto depende de cada horno.
- Sacar del horno y dejarlo en el molde unos diez minutos.
- Desmoldar y caer en la tentación cuando se haya enfriado.
Jajaja así se inventaron grandes recetas. Un saludo
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¡Es cierto! Bienvenid@ al blog, espero que lo disfrutes.
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