Sin lugar a dudas, uno de mis postres favoritos, tanto que lo convierto en tarta de cumpleaños cuando se tercia. Ahora es un postre famosísimo, pero en España no era así hace años y me dejó absolutamente encandilada en aquel gastronómico viaje que hice a Düsseldorf hace algunas décadas.
Porque fui a descubrir este típico postre veneciano en tierras germanas, en una heladería italiana que Karin conocía (a quién no conoce Karin allí). El mostrador ofrecía un inmenso pastel cubierto de lo que yo creí era nata montada, pero no, era esa intensa crema, sólida y suave a la vez, que dormía sobre un ligero bizcocho genovés empapado en café. Y todo delicadamente espolvoreado de café y cacao en polvo, muy fino.
Poco después encontré la receta de Robert Carrier y empezó la búsqueda para reproducir aquella delicia italiana que me habían descubierto los alemanes. Mi vecina Mercedes me dio su versión, nada reprochable, la verdad, y mi cuñada Marga me sorprendió con algo muy parecido. Sumé lo mejor de las tres recetas, multipliqué el resultado y llegué a la síntesis que tienes ante ti: un postre que literalmente levanta todo lo que haya que levantar (parece que tiramesu en dialecto veneciano significa eso: «levántate»).
No requiere horno, ni cocinar nada y saca todos sus bríos con el frío, por lo que es un postre magnífico para preparar y degustar en tiempos cálidos. Se congela estupendamente, así que lo puedes preparar con antelación y llevarlo de paseo, o incluso tomarlo medio helado.
Ingredientes
- 300g de bizcochos de soletilla, o la misma cantidad de bizcocho genovés (una placa del que se utiliza en los brazos de gitano es lo más idóneo)
- 300cc de café fuerte recién hecho
- 100cc (una copita) de licor de almendras (amaretto) o de brandy
- 500g de queso mascarpone (puede sustituirse por requesón o queso tipo philadelphia, pero no es lo mismo)
- 200cc de nata para montar (si se desea una crema más ligera, sustituir 250g de mascarpone por otros 200cc de nata)
- 3 huevos medianos, separando las claras de las yemas
- unas 10 cucharadas soperas de azúcar
- un poco de cacao en polvo y café en polvo para espolvorear
Preparación
- Preparar el café y endulzarlo con azúcar al gusto. Añadir el licor y reservar.
- Montar la nata con azúcar al gusto y reservar refrigerado.
- Montar las claras a punto de nieve y endulzar también al gusto. Reservar.
- Batir las yemas con 3 cucharadas de azúcar hasta conseguir una crema pálida.
- Añadir el mascarpone a la crema.
- Después incorporar la nata montada, sin batir mucho para no desmontarla.
- Incorporar las claras montadas con movimientos envolventes de la cuchara, suavemente.
- Engrasar ligeramente un molde desmontable o unas copas de helado, si se presenta en porciones individuales, y forrarlo con los bizcochos empapados en el café.
- Verter sobre ellos la mitad de la crema preparada.
- Hacer una nueva capa con los bizcochos empapados.
- Y terminar con la crema restante.
- Espolvorear con el café soluble y el cacao en polvo.
- Refrigerar durante 3 horas para que el pastel adquiera la consistencia adecuada y desarrolle los sabores.
- ¡A levantarse!