Antes de que se vayan los últimos calores y celebrando ya ese veranillo de San Miguel, no puedo dejar pasar el postre estrella de este verano. Los lectores inteligentes habrán descubierto que aquí la que suscribe tiene debilidad por el mango: lo tenemos en salsa, en helado, en ensalada…Y ahora también en gelatina.

Buscando mi relleno preferido para los macarons (algún día caerá la receta, sin duda), encontré pasta de mango, que no es sino mango deshidratado y hecho conserva. El maravilloso frasquito que llegó por correo (aquí te lo traen en  un día, son bárbaros) me dio para rellenar pastas, reforzar el helado y dar un toque maestro al yogur. Así que cuando este verano me dio por doctorarme en gelatinas, pensé que podía hacer una  con mi sabor preferido. Éste el resultado.

La gelatina es un postre excelente, que reúne entre sus maravillosas propiedades la de no causar graves destrozos en las dietas saludables, además de refrescar  ligera y suavemente conteniendo una buena cantidad de proteína vegetal. Quiero decir que te las puedes tomar de dos en dos sin sentirte culpable.

Y es tan, pero tan fácil de hacer…

Ingredientes

• 500cc de agua
• 5 cucharadas soperas de azúcar (si tienes problemas con la glucosa puedes sustituirlo por tu edulcorante habitual)
• 10 gramos de gelatina sin sabor (en láminas llamadas «cola de pescado» o  en granillo)
• 1 cucharadita y media de pasta de mango
• mango fresco troceado para ponerlo dentro o fuera del postre

Preparación

1. Poner la gelatina a remojo en una taza con unas dos o tres cucharadas de agua fría.
2. Poner a hervir la mitad del agua.
3. Retirar del fuego cuando hierva y añadir el azúcar, disolviendo bien.
4. Añadir la pasta de mango y diluir bien.
5. Añadir el agua restante y la gelatina remojada, que se habrá hinchado y estará resbaladiza. Remover hasta que no haya huellas de la gelatina y el líquido sea homogéneo.
6. Llenar moldes o tacitas con el líquido y dejar enfriar en el frigorífico durante al menos 4 horas. Si quieres poner la fruta dentro, llena los moldes a la mitad, añade la fruta troceada y vuelve a llenar con el líquido restante. Son preciosos y exquisitos estos cubitos dentro de la gelatina.
7. ¡A temblar!