Una crema sencilla, vegetariana y potente que engaña como entrante porque tiene la consistencia de un segundo plato. La encontré en un restaurante árabe de esos con mesas cerca del suelo y cojines de colores y fue la sorpresa de la noche. Tiene su nombre, pero no es hummus ni  babaganush; algún día lo encontraré y seremos felices. Hice varias pruebas hasta dar con el sabor y la textura exactas, y aquí está el resultado final para alegrar a todos los que poseemos un rinconcito moro en nuestro interior.

Me encanta servida con crudités, pero los más modernos la pueden acompañar de tiras de maíz fritas  y los más ortodoxos, con pan de pita. Dura varios días en la nevera y nunca he llegado a congelarla, pero tengo la sospecha de que soportará bien los rigores del congelador.

No te diré que la preparación es sencillísima porque creo que las imágenes te convencerán mejor de ello.

Ingredientes

• Dos berenjenas grandes
• Un puñado (lo que te quepa en la mano) de nueces peladas
• 2 cucharadas soperas de tahini (pasta de sésamo)
• 2 cucharadas de tomate frito casero
• Sal, pimienta y cominos molidos a discreción
• Un par de cucharadas de aceite de oliva virgen extra

Preparación

1. Lava las berenjas, sécalas e introdúcelas en el horno bajo el grill hasta que se le hagan ampollas en la piel. Gíralas a la  mitad de la cocción, que dura alrededor de 20 minutos.
2. Saca las berenjenas horneadas y quítales la piel quemada (espera a que se enfríen un poco para no quemar tu propia piel).
3. Si quedan restos de piel no importa, es muy interesante el sabor ahumado que imprimen a la crema; yo suelo dejar grandes trozos con piel.
4. Coloca en la picadora (o en un bol), las berenjenas medio peladas, añade las nueces, el tahini, el tomate y los cominos molidos. 
5. Pica bien hasta hacer una crema homogénea, salpimienta al gusto y vierte una cucharada de aceite por encima. Vuelve a picar hasta homogeneizar.
6. Sirve acompañada de verduras frescas cortadas en bastoncillos, o judías verdes hervidas al vapor, o con pan de pita o con tiras de maíz fritas.
7. Sirve templada o fría.
8. Si te sobra, prueba a hacerte un emparedado con los restos, verás qué aperitivo tan exquisito.