Vilipendiadas por unos y adoradas por otros, las sopas de ajo constituyen uno de los platos más antiguos de la cocina española. En mi infancia no se prodigaron y doy gracias al poco interés que tenía mi madre por las sopas pues no nos impuso su consumo y así pude disfrutar de ellas cuando me hice grande. La primera vez que las probé encubiertas bajo el seudónimo de «Sopa castellana» creí morirme. Me habían invitado a comer en un restaurante una familia amiga y pedí el menú del día por aquello de la discreción. Y apareció el camarero con un tazón de cerámica repleto de caldo grasiento rebosante de texturas gelatinosas, despidiendo un fuerte aroma a ajo frito y quemado.
Tardé diez años en disfrutar estas sopas y por eso entiendo que ante su dudoso aspecto y su fuerte aroma muchas personas rechacen su suculencia. Y fue viendo a mi madre prepararlas como una cena rápida cuando descubrí todas las posibilidades que tenían: sabrosas, saciantes, cálidas, económicas y sencillísimas de hacer. Son la alternativa perfecta cuando no tienes tiempo o cuando hay poca cosa en la despensa y necesitas cenar como un señor. Y si quieres cenar como un príncipe medieval, en lugar de cubitos de caldo utiliza un caldo de verdad y añade unas lascas de jamón ibérico. Verás la diferencia.
Ingredientes (por persona)
- Dos rebanadas de pan atrasado
- Dos dientes de ajo
- Dos cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra
- Una cucharadita de pimentón (el de la comarca de La Vera es inigualable)
- 400 cc de caldo de pollo o en su lugar un cubito de caldo Maggi y agua
- Medio huevo ligeramente batido
- Sal y pimienta
- Una loncha de jamón serrano (es opcional: la mitad en trocitos y la mitad entera)
Preparación
- Poner a calentar el aceite en una cazuela y dorar los ajos
- Cuando empiecen a tomar color añadir las rebanadas de pan y darle vueltas para que absorban todo el aceite y se doren a su vez.
- Inmediatamente, cuidando que los ajos no se quemen, añadir el pimentón y el caldo (o el agua y el cubito).
- Dejar hervir durante cinco minutos, hasta que el pan se desmenuce y el caldo se torne más espeso.
- Añadir el jamón si se utiliza y retirar la olla del fuego. Salpimentar si hiciera falta.
- Añadir el huevo batido y servir muy caliente acompañada de lascas de jamón.
- Entran estupendo con vino tinto, aunque sea peleón.