Algunas veces los planetas se alinean: tu hermana descubre una fórmula de magdalenas fantástica (de ésas de-toda-la-vida), tu amiga te trae unos moldes de cupcakes de su tierra y a ti te faltan dulces para alegrar el desayuno. Entonces surgen estas perfectas magdalenas.
Son las básicas, que las complicadas ya llegarán más adelante. Puedes añadirles algún sabor que se te antoje pero te sugiero que las pruebes a solas una vez al menos para que disfrutes de su sabor auténtico. Tienen el rasgo fundamental exigido a una buena magdalena: superan la inmersión en el café sin desmoronarse.
De su sencilla elaboración no digo nada: echa un vistazo a los ingredientes, después a las imágenes y luego me cuentas.
Ingredientes
- 3 huevos (en mi caso fueron 230g)
- el mismo peso de los huevos, en azúcar
- el mismo peso de los huevos, en harina
- el mismo peso de los huevos, en aceite de girasol
- 1 sobrecito (14g) de polvo de hornear (Royal Baking Powder o similar)
- ralladura de medio limón
Preparación
- Calentar el horno a 180ºC. Preparar moldes para unas 20 magdalenas.
- Separar las yemas de las claras y reservar éstas últimas.
- En un bol mezclar las yemas con el azúcar y la ralladura de limón y batir con varillas hasta formar una crema pálida.
- Añadir el aceite hasta y seguir batiendo hasta que ligue.
- Añadir la harina tamizada junto con el polvo de hornear y mezclar hasta formar una crema homogénea.
- Montar las claras a punto de nieve en otro bol y agregar delicadamente a la mezcla anterior.
- Verter la crema en las cápsulas de papel o moldes previstos y añadir opcionalmente un poco de azúcar por encima.
- Introducir en horno durante 20 minutos.
- Dejar enfriar ligeramente tres o cuatro minutos y desmoldar.
- Enfriar en rejilla.
- Disfrutar del desayuno, o merienda o tentempié.