La receta de hoy es para que te acuerdes de tu madre, o de tu abuela, en el mejor sentido de las palabras. Dime si no quién hacía las mejores croquetas de tu infancia. Quién te dejaba rebañar la sartén con lo que quedaba de la sabrosa bechamel en el fondo. Por eso te acordarás de ellas cuando te salgan igual de ricas con tus ingredientes preferidos.
Ignoro quién inventaría estas bolitas mágicas que se quedan prendidas en el recuerdo más antiguo de la infancia. Deben ser francesas, a juzgar por la combinación exquisita de la bechamel y el relleno. Pero en todos las regiones de España puedes probar su variedad.
Son entretenidas de liar, pero la masa se hace bastante rápido con el método de la batidora que me enseñó mi amiga Pilar C, la persona más práctica y organizada que conozco, tan capaz de curarte el aparato digestivo como de hacer unas croquetas supremas. Yo aporto mi granito de arena para que te salgan duras por fuera y tiernas por dentro: ralla tu propio pan y añádele un poco de pan tierno para que algunas migas queden grandes y se conviertan en pequeños copos crujientes.
Ingredientes
- 5 cucharadas de aceite de oliva virgen extra (puedes sustituir alguna por la misma cantidad de mantequilla si quieres acentuar el sabor)
- media cebolla picada menuda
- 110 g de harina
- 1 litro de leche
- Restos de la carnes del cocido desmenuzadas o cualquier otra carne que tengas, como unos 150 g.
- Sal, pimienta blanca y una buena pizca de nuez moscada recién rallada.
- 4 huevos para envolver las croquetas
- Pan rallado para liar
- Medio litro de aceite para freír. Puede ser de oliva, de girasol o de pepita de uva.
Preparación
- En una cazuela de fondo grueso (yo utilizo la olla a presión), calienta el aceite con la cebolla hasta que se vuelva transparente.
- Añade la harina de golpe y revuelve con una cuchara de madera durante unos 4-5 minutos, sin que llegue a dorarse. Tomará aspecto de migas de pan. Esto permite tostar la harina y que desaparezca el sabor a engrudo.
- Vierte toda la leche de golpe y -aquí está la maravilla- agarra tu batidora de mano y dale un baile a la crema con ella hasta que empiece a hervir la bechamel. ¡Se van a deshacer los grumos de forma automática!
- Deja la batidora y vuelve a la cuchara de palo para dar vueltas a la bechamel rascando el fondo de la cazuela o sartén para que no se pegue. Dedícale otros cuatro o cinco minutos a fuego lento, es lo único que necesita para que la bechamel se vuelva cremosa y homogénea.
- Añade la sal y las especias y vuelca después la carne desmenuzada.
- En este momento hay quien prefiere pasar de nuevo la batidora de brazo para triturar cualquier trozo que pueda quedar de carne y hay quien gusta de encontrar los trocitos de carne en las croquetas. Elige tu modo.
- Retira una cucharadita de la masa, que debe estar bien espesa y haciendo volcanes al hervir, para que se enfríe y puedas comprobar cómo está de sabor. Rectifica de sal si es necesario.
- Vuelca la bechamel en una fuente grande y deja enfriar. Si reposa unas horas en la nevera las croquetas se forman mejor.
- Cuando haya reposado la masa, prepara un plato con los huevos batidos y otro con el pan rallado. Forma las croquetas ayudándote de dos cucharas o como buenamente puedas, pásalas por pan rallado, luego por el huevo y de nuevo por pan rallado.
- Si quieres congelarlas, colócalas sin freír en una bandeja, bien separadas para que no se queden pegadas. Cuando se hayan congelado por separado, introdúcelas en una bolsa cerrada herméticamente y consérvalas durante tres meses.
- Si las vas a tomar directamente, calienta abundante aceite en una sartén profunda. Cuando empiece a humear, introduce las croquetas en poca cantidad para no enfriar demasiado el aceite. Espera a que se doren y dales la vuelta si es preciso.
- Retira con una espumadera y déjalas reposar en papel absorbente antes de servirlas. Cuenta los segundos que tardas en «probar cómo me han salido».