Crema helada de fresón

Crema helada de fresónTodavía quedan algunas fresas danzando en cajitas por las fruterías. Antes de que el calor acabe con ellas, consigue unas cuantas para deleitarte con este postre ligerísimo. Esta crema helada gusta por su sabor auténtico, no tiene nada que ver con los helados industriales y es  muy refrescante, por lo que aporta un final feliz a las comidas veraniegas.

No sé si es mi experiencia, pero cuanto más pequeña es la fresa parece que tiene el sabor más concentrado. Si tienes la inmensa suerte de tener un bosque cerca, busca las fresas silvestres a los pies de los árboles grandes:  ésas sí que tienen un perfume que te deja embriagado. Yo conservo un recuerdo memorable de unas fresitas silvestres que encontré nada menos que a los pies de un abeto del Parque del Oeste madrileño. No recuerdo qué estaba buscando cuando las descubrí, pero el sabor se quedó grabado de tal manera que desde entonces tengo que contenerme para no escudriñar bajo los abetos cuando entra el calor de la primavera.

Si consigues una ganga en tu frutería, compra de más y congela para hacer este postre también en invierno. Los fresones duran hasta seis meses en el congelador. También puedes hacer montañas de crema helada y congelarlas  para contar con un magnífico helado de fresa saludable en cualquier momento.

Ingredientes

  • 500 g de fresas o fresones, previamente lavados, sin rabito y congelados
  • 2 yogures naturales, griegos o desnatados, según prefieras la consistencia (y las calorías). También puedes sustituirlo por 100g de queso crema tipo philadelphia.
  • 5 cucharadas soperas de azúcar o sirope de agave (proporciona una textura más untuosa), o el equivalente en stevia, sacarina o  el edulcorante que elijas.

Preparación

  1. Si no cuentas con un robot de cocina que triture hielo, saca la bolsa de las fresas congeladas del congelador.

    Fresones congelados

    Fresones congelados

  2. Libera tu adrenalina dándole mazazos con la mano del almirez o con el  mazo de aplastar la carne, o con lo que se te ocurra que puedas golpear sin dañar la mesa de trabajo. Así, hasta que estén algo machacadas las fresas. Si eres el orgulloso propietario de un robot de cocina potente, te ahorras el ejercicio (pero te quedas con la adrenalina dentro).
  3. Coloca el amasijo en un bol junto con el resto de los ingredientes y, ahora sí, tritura bien con la batidora hasta que aparezca una cremosa papilla helada. Prueba y rectifica la cantidad de edulcorante si es necesario, teniendo en cuenta que al congelarse pierde un poco de dulzura.
  4. Repartir en copas y servir adornando con alguna fresa congelada, con sirope de fresa o con salsa de chocolate.
  5. Ofrecerlo a comensales sometidos a insípidos regímenes alimenticios para que vayan abriendo su paladar a otros mundos dietéticos. Los restos de la crema se congelan y se sirven días o meses después como un helado casero:
    Crema de fresas congelada

    Crema de fresas congelada

    Crema congelada de fresas

    Crema congelada de fresas servida como helado

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