O café griego, que así lo conocí yo. Aromático, profundo y oscuro pero no penetrante, apenas deja un rastro de amargura si lo tomas sin endulzar. Increíblemente digestivo y ligero, es un final redondo tras una comida especiada.
Tanto en Turquía como en Grecia lo sirven acompañado de un vaso de agua, en señal de que tu presencia es bienvenida y para diluir la profundidad del sabor tras algunos sorbos. Si les caes muy bien, pueden acompañarlo de esos dados de gominola blanca envueltos en azúcar que ellos llaman lukumi o lokum, que nosotros conocemos como delicias turcas.
Habrás oído que este café lleva los posos dentro, pero no para que te los bebas, ignorante, sino para que después puedas ver el futuro en ellos. Mi amigo Spiros puede hacerte una lectura infernal de tu futuro pero, visto lo visto, igual puedes hacerla por tu cuenta simplemente volcando la tacita con los posos sobre el platillo, esperar cinco segundos para inmediatamente girarla y descubrir el futuro en ellos. Un poco de imaginación y resuelto.
Ingredientes
Por persona, para un café medianamente dulce:
- 1 cucharadita bien colmada de café recién tostado y molido extremadamente fino, en polvo. Puedes conseguirlo utilizando uno de sus molinillos o bien comprarlo envasado.
- 1 cucharadita de azúcar
- 1 tacita de agua (la misma medida de la tacita que vas a usar).
Preparación
- Poner a calentar el agua en un cacillo (ellos utilizan uno muy típico llamado ibrik, muy práctico).
- Añadir el azúcar y remover.
- Añadir el café en polvo y remover.
- Llevar a ebullición y apartarlo del calor antes de que se desborde (si tienes más suerte que yo, que se me suele derramar) y vuelve a ponerlo al fuego. Haz el movimiento una vez más y déjalo reposar un minuto alejado del calor.
- Con cuidado viértelo en la taza.
- Para evitar beberte los posos, este café necesita reposo antes de tomarlo, por eso las tazas típicas tienen una cubierta metálica que permite mantener el calor.
- Cuando termines el café, vuelca la taza y observa las figuras que encontrarás en los posos: un tigre, una casa, un árbol o, como en esta imagen, un paisaje. Ahora escribe una historia corta, sin reflexionar mucho y luego busca el sentido de esa historia y encontrarás tu futuro: